La felicidad está sobrevalorada. ¿Has respondido a la encriptada pregunta de cuál es tu propósito en la vida con un "ser feliz"? Yo también. Di varias vueltas, repasé varias opciones y, en algún momento de mi vida, terminé con esa lustrosa respuesta. Orgullosa, como si hubiera descubierto una nueva especie de colibrí. Por fin creía saber mi propósito en esta vida, y el de la humanidad, ser feliz. ¡Y a por ello todos!
Hoy veo esa respuesta como una hedonista y simplificada forma de justificarlo todo. Lo bueno y lo malo que hacemos. No digo que vivamos en la mediocre conformidad de lo que se tiene sin esperar el gozo. ¡NO! Creo que es importante ser feliz, seamos felices, seámoslo siempre. Pero no puede ser ese mi propósito y creo que el de nadie. Sin un propósito en mi vida, en mi día, difícilmente lograré satisfacción. Sin orientación, sin un fin, cómo saber si avanzo, si retrocedo o si voy en círculos en un solo punto. Me da perspectiva para marcar el check, para pasar a otra cosa o replantearla. No está mal tampoco dar círculos sobre el mismo punto, puede ser parte o todo tu camino. Creo que la idea es no habitar por siempre la sinrazón de nuestro paso por este mundo y enfocarnos hacia eso que nos motive. Pero en fin, no creas que todo esto es filosofía barata sacada de un libro malo de autoayuda. Aunque tal vez también lo encuentres ahí.
A lo que voy es que el propósito de mi vida tiene que ser algo que me enfoque y la felicidad simplemente caerá como fruto de mis actos. Algo he vivido, algo he visto, por eso pienso que el propósito de mi vida es ser mejor persona. Mi metáfora para verlo más claro es una semilla en medio de un campo. Imagínalo. Un campo verde lleno de plantas o uno más bien baldío y abandonado. ¿Cuál eliges? Imagina que la semilla germina; crece la planta; atrae diversas especies que generan más vida, aves, insectos, hongos; su presencia embellece, tal vez con los colores, con los olores, o con sus formas; florece; genera polen, frutos, semillas. La vida sigue. Y eso que solo enumeré lo más vistoso. Si enumeramos todo lo que esa presencia genera al microscopio, debajo de la tierra, sobre sus raíces, en el aire....UFFF.
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Haya sido que imaginaras el campo verde o el baldío, la sola presencia de la semilla y su evolución mejoraron el lugar por donde pasó. Aunque no haya dado flor como los helechos, aunque no haya dado fruto como una planta unisexual masculina de papaya, aunque no haya dado semillas como un plátano, incluso, aunque haya muerto a los 2 días y se haya incorporado al suelo para generar más materia orgánica que alimente el ciclo de otros seres. En cualquiera de estos casos, tuvo un impacto sencillo, a veces incluso muy breve, pero positivo. Mejoró su entorno solo por existir.
Nuestro paso por esta tierra puede ser más complejo que el de un vegetal. Nuestro libre albedrío nos pone en riesgo de meter las cuatro una y otra vez. Pero, si todos despertáramos enfocados en ser mejores personas, con eso generaríamos un cambio en nuestro espacio, en el resto. Ser esa semilla que germina bondad. Conocidos y extraños podrían inspirarse al vernos y seguiríamos propagando más bondad. No porque ven a una persona feliz, radiante, cuya felicidad está justificada en la felicidad. Sino, porque ven a una persona con felicidad, que seguro llegó justificada en el buen impacto de su existencia. No como recompensa, sino, con la satisfacción de estar haciendo bien, o medianamente bien, las cosas.
Ser mejor persona es mi propósito de vida. Es lo que pido en las mañanas. Es lo que recuerdo cuando estoy perdiendo la paciencia. Es lo que invoco cuando se me están acabando las ganas. Y lo demás llegará. No quiero tener más de lo que puedo cuidar, no quiero deberle a nadie más que un abrazo que justifique nuestro siguiente encuentro. Quiero el goce y el placer, claro que sí. Quiero poder seguir viajando y llenándome de más experiencias. Quiero hacer más checks en mi álbum imaginario de paisajes del mundo. Pero no quiero más una felicidad vacía, una felicidad basada en desear, tener, alcanzar, gozar, sino en la tranquilidad de que mis actos, palabras y tránsito por esta vida generan bondad, inspiración y bienestar.
No, no estoy en ningún culto. No, no he comenzado mi camino a la santidad. Tampoco digo que sea exitoso mi propósito de vida, pero estoy trabajando en ello. Cuando en la noche se me va el sueño y repaso mis días, mis palabras, mis actos, hay muchas tachas, muchas porquerías. Soy humana: soy acierto y error. Pero mi motivación no es más la felicidad sino atravesar el camino a ser mejor persona. Que ni mis palabas ni mis actos tengan víctimas, es lo que en yoga se llama AHIMSA.
Cuando en la mañana me levanto de la cama y voy poniendo en orden mi agenda, mis actividades, trato de estar más consciente a la hora de elegir para que esas cosas simples, cotidianas, al final del mes, del año, tengan un mejor impacto. Trato, trato, trato. La mejor opción, no es perfecta, la búsqueda de la perfección, de la pureza, puede terminar por paralizarnos o por desestimar los pequeños avances, pero trato, trato, trato. Y así voy eligiendo durante el día, si está en mi presupuesto, compro productos orgánicos. Por lo general, un poco más caros, pero que han generado menor contaminación en su producción y son más saludables. No como productos animales. Mejor para mi salud y así dejo de apoyar a una industria (la ganadería industrial) que deforesta, agota suelos, contamina aguas y no tiene un trato ético con los animales. Trato de escuchar más y hablar menos cuando alguien pide mi consejo, ponerme en sus zapatos, dejar mi punto de vista, y ver el del otro. Trato no solo de pedir perdón, también enmendar mi error. Que mis actos hablen más que mis palabras sobre los cambios que quiero. Pienso y me cuestiono sobre antiguos hábitos o normalizaciones que puede que no estén bien y corregirme, no juzgar, no hablar mal, agradecer más.
Nadie dijo que iba a ser fácil. Creo que no es buscar el camino más fácil, trato de ser el cambio que busco en el resto, no solo en los grandes trazos, sino en cada pasito que voy dando. Si llegaste hasta acá en la lectura, cuéntame qué te pareció, ¿te generó algún link con tu forma de ver o vivir? Cuéntanos, inspíranos.
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