Las entrevistas para la visa siempre me han puesto nerviosa. También los ingresos en aduanas. Las miradas, las preguntas, la posibilidad del rechazo. Sin embargo, hasta ahora he tenido mucha suerte. He ido 3 veces a la embajada de USA en Perú, 1 vez a la de España. Y todo ha sido más fácil de lo pensado. Pocas preguntas. Poca revisión de documentos. Pero siempre he visto a alguien, mientras esperaba en la cola, al que han destrozado en el interrogatorio.
Lo que dicen es que ya tienen todo tu file en su base de datos, que tienen perfiles con los que se ponen más quisquillosos. Las personas que he visto acribilladas, moribundas, sin aliento tratando de defender un viaje truncado por unas cuantas preguntas, tienen algunos parecidos: tartamudean, transmiten poca seguridad en las respuestas, ofrecen pobre información sobre sus ingresos. Y yo siempre he espectado con una sinvergüenza atención que me ha puesto más nerviosa de lo que ya iba.
Las preguntas que siempre he visto son ¿cómo vas a pagar tu viaje? y ¿para qué vas? Jóvenes y viejos he visto rechazados. Así que mi consejo es que no te confíes y mejor si llevas todo lo que te haga sentir más seguro o segura para evitar verte poco creíble.
Lo que yo siempre he llevado a las entrevistas es:
Estados de cuenta oficiales de los bancos. Sí, esos que cuestan y que tiene el membrete oficial del banco. Nunca me los han pedido.
Cartas y boletas de trabajo, reporte de SUNAT
Autovalúo del departamento y registro de SUNARP
Pasajes, seguro, registro del lugar donde me quedaré
Pocos de estos papeles me han pedido, y no siempre los mismos. Lo que sí piden siempre son los formularios de solicitud de visa, fotos y los documentos que avalan el tipo de visa que pedía. Cuando fue Work and Travel, los del convenio con la empresa que me llevaba, y ahora, que fue por los estudios de mi esposo, los documentos oficiales de la universidad.
Para llegar más segura a la entrevista, a mí me ayuda ensayar las respuestas. Creo que tienes que estar con full concentración para que en esos pocos minutos te veas confiable y que quede claro que no planeas quedarte y que tienes un motivo para volver. Ir con ropa cómoda, también ayuda. La última vez fui con zapatos chatos, blusa, saco y jean.
Esta última vez, yo no iba como protagonista del viaje, no iba a trabajar, ni pasear, ni estudiar. Iba como acompañante. Suena mal. Y aunque me arda un poco en mi orgullo, así era como debía presentarme. Mi esposo tenía una beca para su doctorado por 5 años, permiso para estudiar y trabajar. Yo solo pedía permiso para acompañarlo, de eso se trata la visa F2. Por si alguna vez te toca pedir una así, ten cuidado con las restricciones.
Cuando empezamos a diseñar este proyecto con mi esposo, de nuestra vida juntos, pensamos que una vez que él tuviera claro el lugar y universidad, pues luego ahí vería yo con qué engancharme, estudio o trabajo, para poder irnos juntos. Pero el año de pandemia cambió los planes, dejó en stand by nuestro diseño de estrategia. Sin tener fecha precisa, quedamos adormecidos tratando de sobrevivir a un año complejo. De pronto, cuando el viaje se concretó, fue cosa de semanas que tuvimos para decidir. Me iba con él o me quedaba a inventarme algo por allá antes de irnos. Y eso además, en esos momentos, con el riesgo extra de que cierren fronteras y se trunque el viaje o quedemos separados.
Entonces, esperar no fue una opción. En cambio, decidimos aprovechar la oportunidad e irnos. Por eso, esta vez, para la entrevista estaba más nerviosa que nunca. Tal vez eran mis propios cuestionamientos los que querían meter cabe al viaje. Tal vez, mi obsesión por plantearme todos los posibles escenarios para estar lo más preparada posible. Así fue que pasé algunas entrevistas feroces en mi mente ¿por qué quieres viajar?, ¿qué vas a hacer 5 años?, ¿cómo te vas a sustentar todo este tiempo?, ¿qué vas a hacer mientras tu esposo estudia y trabaja?, ¿vas de ama de casa?, ¿qué vas a hacer?, ¿qué quieres hacer?, ¿qué, qué, qué?
El día de la embajada: ¿Nombre? Yasmin. ¿Motivo del viaje? Yo, sonriente, soy F2. Ok, párese derecha y mire a la cámara. Mano derecha en el escáner. Ahora mano izquierda. Bien, tiene aprobada la Visa, puede cocinar, lavar, aspirar, desarrollar sus hobbies y hacer voluntariado. ¡Bienvenida al país de las oportunidades!
Ya, en serio, no fue así, aunque así lo sentí. Entonces, en el país de las oportunidades, con reducidas posibilidades, traigo mis zapatillas guerreras, mi mente abierta y mi humildad por delante. Este proyecto que diseñamos con mi esposo, sus estudios, es un proyecto a largo plazo. Donde él tiene la posibilidad de estudiar y trabajar y seguir creciendo. Y yo también. La educación "formal" de aulas y escuelas me encanta, soy medio nerd, pero no es la única. En este punto de mi vida tengo pocas necesidades, muchos intereses, y suficiente cosas por compartir. La vida no solo es títulos, grados, cargos y ceros en la cuenta. A veces solo se trata de ser el cambio que quieres ver en el resto, de volver al inicio y estar alerta a no dejar pasar una buena oportunidad. Estoy en ese punto en el que me guía la curiosidad, la intuición y la apertura a probar un poco de todo. Tal vez también estés pasando por algo similar, o lo has vivido antes, ¿te animas a contarme?
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