Desperté con las maletas hechas y mis cachivaches en improvisados embalajes. No me había mudado desde que tenía 4 años. Tú, de un linaje de migrantes, parte de tu herencia es saber partir, hacer maletas, intuir qué llevar y qué dejar atrás. Yo, especialista en planificación, además de mis 3 mochilas, tenía mis archivos de Excel. Presupuesto. Lista de bienes y de lo que nos falta. Lo urgente y lo que puede esperar.
Veníamos ahorrando hacía unos meses, buscando departamento hacía unas semanas. Habíamos anunciado nuestra decisión hacía unos días. Nuestro presupuesto y nuestros ahorros se alinearon para las gestiones iniciales y así pudimos realizar nuestras primeras compras. Cocina número uno en la lista. Luego, implementos de limpieza para la casa. Nuestra lista de riquezas previas decía: discos, toallas, platos. Nuestra lista de riquezas por venir decía: casa de campo, bicicletas, copas de vino. Ilusión, pasión y emoción nos empujaban a adueñarnos del espacio que nos esperaba en el cuarto piso de un nuevo edificio de la calle Las Lavandas.
Yo no necesitaba tu firma en un papel. Tú no necesitabas adueñarte de mi mano. Solo necesitábamos de un pacto. El Jetta azul y nuestros cachivaches en la maletera fueron testigos silenciosos de nuestros discursos improvisados y bien pensados. Por siempre y para siempre. Desde hoy y hasta que la vida nos dure. Para disfrutar de nuestros cuerpos jóvenes, nuestras mentes locas y nuestros espíritus viejos. Hasta que nuestros cuerpos sean sabios, nuestras mentes mansas y nuestros espíritus tiernos. Sin obligaciones más allá que el respeto. Con-ese-amor-que-nos-conduce-en-el-tránsito-del-destiempo-en-el-que-vivimos-desde-la-primera-vez-que-nos-besamos-mientras-nuestra-mente-le-siga-poniendo-paños-fríos-al-calor-de-los-desencuentros-y-nos-permita-rendirnos-al-recuerdo-de-este-momento-y-así-nunca-olvidar-porqué-nos-elegimos.
Colchón al piso sobre cartones, muebles prestados, cajas de libros como sillas. Perfecto y armonioso diseño para el reino de dos solitarios. La vida simple. Tú zen y sin complicaciones. Yo haciendo los cálculos de los ceros que faltaban a nuestra cuenta para el siguiente movimiento. Punto exacto entre el salto al vacío y la eterna organización. Tú solo no llegabas a fin de mes, yo sola no daba el primer paso. En equilibrio nos tomamos de la mano para seguir la vida que esperaba por nosotros.
Llevamos juntos 4 mudanzas y 12 años de convivencias. Seguimos en el tránsito del destiempo. Nunca hemos colgado un reloj ni un calendario en nuestras paredes. Seguimos con la vida simple. Nuestra planta de lúcuma sigue siendo nuestra máxima riqueza. Seguimos siendo solo dos. Hemos recibido en casa a pasajeros, familia, fugaces paracaidistas, temporales exiliados, pero seguimos siendo dos, juntos y solos. Nos seguimos acompañando en el desierto y en la selva, en el mar y en la montaña, en el norte y en el sur, en la vida y en la muerte. Hasta que la energía de nuestros cuerpos nos siga permitiendo ser calor cuando al otro le ahoga el frío. Ser luz cuando el otro necesita sombra. Ser carbón cuando el otro necesita ser fuego. Ser silencio cuando el otro necesita tiempo.
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