Carrboro es el pueblo donde ahora vivimos. Es conocido por su mercado de productores que desde 1977 crea un espacio en el que las fincas pueden hacer sus ventas directas al consumidor final, y que abre 1 o 2 días a la semana dependiendo de la estación. Este pueblo también es conocido por ser el barrio hippie de Chapel Hill, ya que tiene su vida bohemia entre restaurantes y bares, y por ser abierto a la diversidad y cultura. Tuvo su primer alcalde negro en 1977 y su primer alcalde abiertamente homosexual en 1995. Antes de la pandemia había festivales de cine, música y vida activa de sus vecinos en sus parques y espacios naturales. Ojalá pronto podamos verla viva otra vez. Hemos salido con Carlos a explorarla un poco y nos ha llamado la atención sus murales que nos cuentan la historia que quieren que grabemos en nuestra memoria y que se vienen tatuando en viejas paredes. Por medio de estos, he conocido a Elizabeth Cotten, cuya ronca voz y rápida guitarra no había escuchado antes, pero su presencia capta mi atención cada vez que el bus pasa cerca. Además, este mural me ha presentado a su autor, Scott Nurkin quien ha adornado otras paredes con Roberta Flack y Nina Simone.
También, he conocido a Matt Willey y su proyecto de pintar a mano 50 000 abejas por todo el mundo con el objetivo de -en sus palabras- encender una curiosidad radical por los problemas de salud planetaria a través del arte y la narración. Su proyecto dejó unas abejitas cerca a casa, en la pared de la estación de bomberos.
Otra interesante sorpresa que me trajeron estos murales fue Renzo Ortega. No había escuchado antes de él. Es un artista peruano cuyo estudio ha afincado en Carrboro. La ciudad de Chapel Hill ha inaugurado hace pocas semanas un mural de su autoría titulado "Succession". De acuerdo al Instagram del artista "esta trata sobre los diferentes ciclos y transiciones que atraviesan las familias a lo largo de los años... esta obra de arte rinde homenaje a los familiares que se fueron y no regresaron y la esperanza de un reencuentro".
Carrboro nos muestra sus murales como señal de diversidad y alegría. Tiene muchos más que poco a poco vamos conociendo, pero hay un pero. Los peros no deben desdibujar lo bueno, solo mostrarnos el balance para evitar perder de vista la realidad. El origen del nombre de Carborro tal vez sea su historia más avinagrada. Julian Shakespeare Carr fue un habitante de esta zona entre 1845 y 1929. Este señor, a cambio de extender el servicio de luz que tenía en su fábrica textil hacia todo el pueblo, pidió renombrar la ciudad. Así, en 1913, el pueblo que hasta ese momento se llamaba West End, se empezó a llamar Carrboro. Este señor es descrito en Wikipedia como filántropo, blanco supremacista y seguidor del Ku Klux Klan. Era un hombre con una postura abiertamente en favor de los estados confederados. Lo leo varias veces confundida. Me parece contradictorio que una misma persona puede ser del KKK y filántropo.
Esa descripción me abrió la curiosidad de leer un poco más sobre él, su presencia por este lugar y, con ello, la historia de USA, que nunca antes había captado mi interés. En la búsqueda de los antecedentes de este señor entendí que, con el mismo entusiasmo que conectaba la luz a todo el pueblo, donaba dinero a las universidades con el objetivo de una mejor educación para los jóvenes e igualmente honraba héroes confederados de la Guerra Civil. Esta guerra, que es conocida también como la Guerra de Secesión, de la Independencia del Sur o de la Unión, sucedió en 1861. Se enfrentaron, por un lado,11 estados del sureste, los confederados, quienes querían ser independientes y mantener legal la esclavitud, contra el resto de USA. Ese resto, los "unionistas", comandados por Lincoln, querían mantener la unidad y abolir la esclavitud. Aunque esto último se cuestiona un poco, pues los hechos, a la luz del tiempo, lo contradicen.
En fin, lo innegable es que los confederados defendían la esclavitud. Lideraban ciudades que vivían de la producción de algodón a fuerza de manos esclavas y no estaban dispuestos a dar marcha atrás en sus "costumbres". La guerra duró 4 años y arrasó con la vida de cerca de 1 millón de personas de ambos bandos. A pesar de que ganaron los "unionistas", la discriminación, diluida o maquillada pero no exterminada, generó respuestas de sus radicales actores con el surgimiento de grupos como el KKK, del que Julian Shakespeare Carr era ferviente simpatizante.
Volviendo a Carrboro, este pueblo aún lleva el nombre de un hombre que no tuvo pudor en defender abiertamente la esclavitud de afroamericanos y la institucionalización de la discriminación. Tan es así que, en 1913, Mr. Carr inauguró un monumento en reconocimiento de los confederados en el ingreso a la Universidad Estatal de Chapel Hill. En su discurso, este señor recordaba orgulloso hechos en los que había golpeado a una mujer negra por su "falta de respeto" a una mujer blanca. Así de asqueroso.
Este monumento que Mr. Carr inauguró, felizmente, ya no adorna el ingreso de la universidad. En 2018, luego de años que estudiantes y vecinos lo vandalizaran, finalmente lo tumbaron horrorizados con seguir recibiendo todos los días el saludo del recuerdo que acá se humilló, ojalá solo en pasado, a los americanos descendientes de africanos. En los últimos años, se han ido retirando de varios lugares de USA este tipo de monumentos. Se ha ido prohibiendo ciertas manifestaciones de reconocimiento a esos héroes confederados que solo refuerzan un pasado que hoy se condena, pero no se termina de erradicar.
Para redondear esta historia extraña, ese monumento derrumbado se quedó en manos de la Universidad y esta lo entregó a la organización llamada "Hijos de los veteranos confederados" junto con una donación de $ 2.5 millones. Fue un hecho cuestionado por la comunidad y sigue bajo observación, ya que es aún reciente. Lo confuso de mi asombro inicial al leer la descripción de Julian Carr no se ha aclarado mucho. Lo cierto, sí, es que sigo pensando que este alegre pueblo tiene una sombra en su nombre, para el que quiera enterarse, porque casi siempre nos quedamos con la foto y no vemos lo que esconden a contraluz los negativos de estas. Tal vez, tarde o temprano, el nombre del pueblo también tenga que ser tumbado, tal como se tumbó al Silencioso Sam, nombre del monumento de la vergüenza.
Contradicciones de una ciudad que refleja los contrastes de su historia y de sus habitantes. Somos una bola de contradicciones, somos claro y oscuro, pero qué es lo que más domina en ese espíritu que nos habita. ¿Sombra o luz? ¿Qué será lo que gane en esta ciudad? ¿Qué nos gritarán en silencio estos murales? ¿Reclamarán su nueva cara al mundo o serán el parche a sus vergüenzas aún presentes?
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