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Yasmin

Nuevos climas

Actualizado: 4 mar 2021

Tu cuerpo, tarde o temprano, se acostumbra a la temperatura ambiental. Biológicamente somos seres que se adaptan, regulamos nuestra temperatura. Termorregulación le llaman. Con el sudor y el ritmo cardíaco nuestro cuerpo se adapta para que siempre esté en una temperatura agradable, saludable, alrededor de los 37° C.


No es lo único a lo que, por naturaleza, tu cuerpo se adapta. Nuevos espacios, nuevas condiciones geográficas, nuevos idiomas, nueva comida, nuevas personas. Podemos adaptarnos, no es complicado reemplazar, o dejar antiguos hábitos. ¿O sí lo es? ¿Podemos pero no queremos? Seguro como yo, has escuchado a más de un peruano quejarse de lo horrible que es la comida, la gente, las costumbres, ¡la vida! en otros lugares. ¿Pero es eso cierto?


No lo creo. Creo que no soy dogmática con la comida, por eso me puede ser fácil adaptarme a los nuevos ingredientes. Soy curiosa y me gusta probar nuevas cosas. Y, tal vez, más de un peruano se horrorice al leer esto, pero en mi casa no era lo prioritario comer comida peruana. Pocos aderezos, poco arroz, nada animal, menos ceviche. No siempre fue así, pero así lo era hace un tiempo.


Tampoco soy dogmática en cuanto al clima. Me gusta sentir en mi piel el frío y el calor. Que se ericen mis poros y que el viento congele hasta mis cejas. Me gusta moverme hacia el sol para dejar la sombra y avanzar, cual camaleón, en busca del calorcito invernal. Me gusta ver las hojas de otoño en el piso, pisarlas, escucharlas, verlas volar, su color me recuerda que nada es para siempre.


Los sobrevivientes de la naturaleza, todas las especies animales, vegetales, hongos o bacterias, están aquí-y-ahora porque se han adaptado al cambio, al caos, a las crisis. Evolución le llaman. Nosotros también estamos acá porque podemos hacerlo. Pero nos gusta quejarnos. La queja reclama el gusto por lo anterior, por lo peruano, por lo casero, evidencian que extrañamos nuestra casa. No seríamos humanos si no extrañáramos nuestra casa, y qué mejor forma de expresarlo que con la añoranza de la comida.


La comida es nuestra abuela, nuestra madre, es el cariño de quienes nos han criado. Siempre va a ser mejor, en nuestro recuerdo y en nuestro corazón, que cualquier otro manjar porque viene envuelto en una sensación de confort, con un recuerdo, con amor. Pero todo ese extrañamiento nos puede jugar en contra para adaptarnos. Hay papas ricas y harinosas fuera de Perú, hay pimientos y ajíes tan picantes y ricos fuera de Perú, hay limones y frutas tan dulces y sabrosas fuera de Perú. Hay vida después de Perú.


El mundo es grande y diverso. Es delicioso e inmenso. Hay tantos sabores por probar y colores por ver y temperaturas por sentir que, a veces, el extrañar tanto solo hace que cueste más adaptarse. El reto está en encontrar el equilibrio entre mantener el hilo a casa, a tu identidad, a tu refugio, y dejar que ese hilo corra largo sin que te arrastre, y así puedas disfrutar de todo lo que hay fuera del calor del hogar.


No extraño el clima de Lima, ni la fruta, ni las verduras, ni su comida, no me parece extraño no extrañar. Pero, vamos, solo tengo acá 3 semanas, ya te cuento cómo se pone la vida luego.


Paseo de invierno






22 visualizaciones4 comentarios

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4 Comments


Carlos Rubens Lopez Pari
Carlos Rubens Lopez Pari
Mar 04, 2021

Me quedo con esta idea: "el extrañar tanto solo hace que cueste más adaptarse". Que tus nuevos detinos sigan alimentando tu curiosidad y que el hilo de tu existencia siga siendo tan brillante como estas tardes en la Tierra con un pie en el invierno y el otro en la primavera

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Yasmin
Mar 26, 2021
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Gracias por tus palabras, siempre me motivas a ir por más ;)

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Marcelo Cedamanos
Marcelo Cedamanos
Mar 02, 2021

Muy buena filisofia de la vida, soltando el hilo. Un abrazo a la distancia.

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Yasmin
Mar 02, 2021
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Abrazo!

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